A 35 años de la masacre de Trelew, una entrevista a Luis Ortolani (2007)

Entrevista a Luis Ortolani. A 35 años de la fuga y la masacre de Trelew. Una historia de hazañas y crímenes

Por Sergio Fernández.


El 15 de agosto de 1972 se produjo la fuga de veinticinco prisioneros políticos del Penal de Rawson, una de las cárceles más terribles de la Dictadura del general Alejandro Agustín Lanusse. Divididos en grupos, el primero integrado por seis hombres, logró abordar un avión en el aeropuerto de Trelew que los condujo a Chile, gobernado por Salvador Allende, para luego ser trasladados a Cuba. Exactamente una semana más tarde fueron fusilados dieciséis de los diecinueve militantes fugados en segunda tanda, quienes quedaron atrapados en Trelew. Ecos 19 mantuvo un diálogo con Luis Ortolani, antiguo militante del PRT-ERP y ex detenido de la cárcel de Rawson, quien dedica estas líneas para contar cómo se gestó la fuga, la militancia dentro del penal y el recuerdo siempre vigente de todos los compañeros.

La militancia dentro de la cárcel de Rawson, particularmente el pabellón 5, donde estaban los principales dirigentes y en el que yo también estuve, se caracterizaba por una gran camaradería y respeto entre las distintas organizaciones. Había actividades comunes y otras propias de cada organización. La principal actividad era el estudio. Teníamos, al momento de la fuga, una de las bibliotecas políticas más completas del país, y también literatura, teatro, poesía. Se practicaban deportes, se jugaba al ajedrez y al go.


Y por supuesto, la fuga. Al paso aclaro que la fuga nunca se discutió fuera de las organizaciones armadas. A Tosco se lo puso al tanto poco tiempo antes de concretarla, cuando ya estaba todo preparado. Y se le ofreció un lugar. El Gringo no se opuso en modo alguno a la fuga. Nos deseó éxito y aclaró que él, por su carácter de dirigente sindical, esperaría que lo libere la lucha de las masas, pero agradeció la propuesta de incluirlo en el plan.


Es completamente errónea una versión insertada en Internet, diciendo que hubo un diálogo entre Santucho y Tosco al comienzo de la planificación y que el Gringo dijo “ni se te ocurra”. La base de los planes fue un buen trabajo de inteligencia, que permitió detectar las actividades fraudulentas de la Dirección del Penal, para enriquecerse a costa de los presos. En una charla que tuvo el delegado del Pabellón 5, Roberto Quieto, de las FAR, le dio a entender al Director que conocíamos sus maniobras y que le proponíamos un “no jodas mucho y no te jodemos a vos”.


Así fue como se lograron concesiones increíbles para una cárcel. Por ejemplo, que bajo el pretexto de que las sábanas colgadas a secar en los patios se ensuciaban con el permanente viento patagónico, se nos permitiera colgarlas dentro del pabellón, cerca de la puerta. Entre la puerta y la sábana había guardias rotativas, que daban el alerta mediante una canción determinada que se empezaba a entonar u otra forma que se convenía día por día y los compañeros que integraban el turno de guardia también tenían que salir al encuentro del celador u oficial que entraba al pabellón, planteándoles preguntas o problemas, para dar tiempo a los que, del otro lado de las sábanas, trabajaban en el plan.


Dije más arriba planes, porque hubo dos. El primero fue salir por un túnel que atravesara por debajo del muro sur. Se avanzó bastante, pero se comprobó que las características del terreno hacían muy lenta y engorrosa la tarea, por lo que se empezó a pensar en un recambio. En ese momento yo fui citado por la Cámara del Fuero Penal Antisubversivo, que llamábamos “el Camarón” en Buenos Aires y regresé a fines de julio. El dirigente de las FAR, Marcos Osatinsky, fue el encargado de ponerme al tanto del nuevo plan y posteriormente de asignarme la tarea que se definió en la dirección conjunta. FAR y el PRT apoyaban desde afuera. Montoneros consideraba que la fuga no era oportuna, no apoyaba desde afuera, pero autorizaba a sus militantes presos a participar.


Fernando Vaca Narvaja integraba la dirección conjunta en representación de los mismos, lo cual le permitió años después, hacer una prolija descripción de la fuga en la película Trelew, dirigida por Mariana Arruti, con producción de María Pilotti. Excelente trabajo al cual me remito para no alargar aún más esta ya muy larga respuesta.


La genialidad del plan era fruto de la mayor concentración de materia gris de la guerrilla argentina, en un espacio físico pequeño, como el pabellón 5 de la Cárcel de Rawson. Apuntaba al talón de Aquiles del enemigo. La absoluta confianza en que nadie podía fugarse de una cárcel de alta seguridad situada en medio de la nada.


Por lo tanto, la cárcel se tomaría desde adentro y el traslado de los prófugos se haría en un avión de línea, previamente copado por compañeros, dos de FAR y dos del PRT – ERP, que lo abordarían en Comodoro Rivadavia. La planificación había sido de una minuciosidad increíble. Pero, nosotros teníamos nuestro propio talón de Aquiles: la desconfianza en el plan de parte de las direcciones de recambio que estaban afuera.


Discutieron mucho y finalmente aceptaron sólo por disciplina partidaria, ya que los principales dirigentes eran los que estaban adentro. Por eso fue que el conductor de uno de los camiones retrocedió cuando escuchó los tiros de un enfrentamiento en el que murió el guardiacárcel Valenzuela, a la entrada del penal.


Y los que debían tomar el avión no lo hicieron, por lo cual los seis compañeros que salieron, debieron tomar la torre de control y ordenarle al avión que no despegara, porque presuntamente los terroristas habían colocado una bomba en él.


Se informó a los pasajeros que el avión había sido copado por las Organizaciones Armadas Revolucionarias y los invitaron a descender, lo que se realizó en orden y sin ninguna violencia.


El plan preveía tres escalones: los seis que salieron, Fernando Vaca Narvaja, Montonero, Marcos Osatinsky y Roberto Quieto, F.A.R. y Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna, PRT-ERP; quienes abandonaron el penal en un auto de la organización y perdieron mucho tiempo buscando los camiones que no aparecían. Por lo tanto, alguno de estos seis fue quien mató a Valenzuela, cosa que ignoro hasta el día de hoy. Son incorrectas, por lo tanto, las versiones que atribuyen el hecho a Pujadas o a la esposa de Santucho, Ana Villarreal., ya que ellos pertenecían al segundo escalón, que queda demorado por el retiro del camión al escuchar el tiroteo.


El segundo escalón lo constituían los 19 compañeros que quedaron atrapados en Trelew, que se fueron en remises llamados por mi, que por ser el número 26 de la lista, quedé primero entre los que no salieron, que fuimos 85, porque el avión tenía 114 plazas y 4 ocupaban los compañeros que lo abordaban en Comodoro.


Mi otra responsabilidad fue negociar la rendición del penal. Cuando vimos que los camiones no venían y que empezaba a llegar el enemigo, hicimos una pequeña barricada con muebles y me instalé en la entrada de la escalera que va a las calderas. Desde ahí comenzó la negociación, a viva voz, que iba a durar doce largas horas. Según lo acordado con los compañeros, le señalé a quienes me escuchaban, seguramente personal del Servicio Penitenciario Federal, posiblemente también militares, ya no nos veíamos por la altura de la barricada, que teníamos 25 rehenes y 110 FAL (Fusil Automático Liviano), tomados a la Sala de Armas durante el compamiento.


Que nuestra intención era rendirnos pero con las debidas garantías para nuestra vida e integridad física, caso contrario, si intentaban tomar el penal, combatiríamos, en la seguridad que moriríamos todos, pero que ellos iban a tener también fuertes bajas. Exigí la presencia de jueces y periodistas, pero se me contestó que eso era imposible ya que se había declarado al Penal en Zona Militar, al mando del general Luis Betti.


Pedí entonces que el general Betti nos diera tales garantías por radio. Quedaron en transmitir el pedido al general. Comenzó entonces un angustioso minuet que bailamos durante más de 12 horas con las fuerzas represivas. Cada tanto, los compañeros que montaban guardia en los pabellones de atrás veían descender helicópteros, de los cuales salían tropas que se iban desplegando en torno al penal. Avisaban adelante y entonces yo volvía a llamar a gritos y a repetir el argumento de que teníamos 25 rehenes y 110 fusiles, que no queríamos sangre, pero que si nos veíamos obligados a combatir lo haríamos. Poco después, desde atrás avisaban que los movimientos de tropas se habían detenido.


Pasaba un rato y las tropas volvían a acercarse más al penal, nuevamente comenzaba el diálogo a los gritos, con los mismos argumentos. Hasta que finalmente escuchamos el esperado mensaje radial. Para salvaguardar el principio de autoridad, tan caro a los militares, el general Betti le dio forma de ultimátum, diciendo que se informaba a los amotinados en el Penal de Rawson que si, en el plazo de media hora, no se rendían, se procedería a tomar el penal por asalto.


Pero, que en caso de rendición, el comando en jefe de la Zona Militar garantizaba nuestra vida e integridad física. Eran las 7.30 de la mañana. Llamé entonces a los jefes del S.P:F. informando que desde atrás enviaríamos a los rehenes con las armas, que fueron arrastradas en mantas y posteriormente nos encerraríamos en nuestras celdas, dejando los pasillos libres a las 8.15. Ellos aceptaron, aclarando que en caso de haber alguien fuera de su celda, se abriría fuego sobre él.


Todos los compañeros que participaron de este operativo lo hicieron con gran serenidad, firmeza y disciplina, lo cual salvó, no sólo nuestras vidas, sino la de decenas o centenares de presos políticos y comunes que estaban al margen de nuestra operación…

Luis Ortolani reside hoy en la ciudad de Rosario y es conductor del programa radial “Hipótesis”, emitido por LT8. Ha conocido muy de cerca esta y otras cárceles de las Dictaduras. El Gobierno de Lanusse ha estado claramente emparentado con una historia de sangre, torturas y crímenes que caracterizan al Terrorismo de Estado. Prueba de ello son los fusilamientos realizados el 22 de agosto de 1972 en la Base Naval Almirante Zar que terminaron con la vida de dieciséis de los diecinueve integrantes del segundo grupo de fuga. Ellos fueron: Mario Delfino, Rubén Bonet, Ana María Villarreal de Santucho, Eduardo Capello, Carlos Alberto del Rey, Clarisa Lea Place, José Ricardo Mena, Miguel Angel Polti, Humberto Suárez, Humberto Toschi y José Alejandro Ulla, del PRT; Carlos Astudillo, Alfredo Kohon, María Angélica Sabelli, de las FAR y Mariano Pujadas y Adriana Lesgart de Yofre de Montoneros. Los tres sobrevivientes a la masacres, María Antonia Berger Alberto Miguel Camps, de las FAR y Ricardo René Haidar, de Montoneros, quedaron gravemente heridos y hoy integran la extensa lista de desaparecidos durante la Dictadura de Jorge Rafael Videla. Previamente, lograron dejar su testimonio en el libro “Trelew, La Patria Fusilada”, de Francisco Paco Urondo, asesinado en 1977. Allí dejaron claramente definido como, a pesar de haberse rendido y recibir la promesa de garantizarles la integridad física, una semana después se llevó adelante una nueva “Operación Masacre” para la historia argentina.

La Causa


Tras el pedido de algunos familiares de las víctimas, el juez federal de Rawson, Hugo Sastre, ordenó la reapertura de la causa. Pese a no haber imputados, la fiscalía asegura que hay algunos indicios que aseguran que tanto el Capitán Luis Emilio Sosa como el Teniente Roberto Bravo aún viven en la Argentina. Ambos fueron señalados por los sobrevivientes como responsables materiales de los crímenes y hace coincidir su declaraciones por las presentadas por tres colimbas de entonces. El juez ha decidido llevar adelante peritajes en el lugar donde se produjeron los crímenes y tomar declaración al médico que se encargó de confeccionar los informes de defunción, Lisardo Iván Lois así como también a enfermeros que prestaban servicios y ha citado, además al periodista Tomás Eloy Martínez por su publicación “La Pasión según Trelew”.


Moral y Proletarización


Ortolani hace referencia al estudio dentro de la cárcel. Casualmente en el Penal de Rawson, el PRT-ERP, editaba una publicación llamada “La Gaviota Blindada”. Allí se encontraba el documento “Moral y Proletarización”, redactado por Luis Ortolani, bajo el seudónimo de Julio Parra. El documento contenía un análisis profundo de la subjetividad de los revolucionarios y que marcaban algunas conductas que debían adoptarse y despojarse en la vida personal y cotidiana , esenciales para todo socialista y para la construcción del hombre nuevo. Ecos 19 reproduce a continuación algunos breves fragmentos, referidos al individualismo de un amplio documento escrito en 1972 por Ortolani. Un documento que responde a una política de la organización y deja en claro que existía algo mucho más fuerte que la toma de armas:


El individualismo, escencia de la moral burguesa

“…El trabajo pierde su carácter de actividad creadora, de actividad específica y superior del hombre, para transformarse en un simple medio de conseguir dinero y la posesión de bienes se transforma en el fin de la vida. El obrero es empujado a competir con sus hermanos de clase para conseguir un trabajo, para conservarlo, para ganar más dinero…”

“…En esta competencia salvaje de todos contra todos, o mejor dicho de cada uno con el mercad…cada persona no tiene otro punto de referencia que su propia individualidad”. “Los adultos lo transmiten conciente o inconcientemente a sus hijos…el competirá con sus hermanos por el alimento y la atención de sus padres. Después competirá por los juguetes y más tarde competirá en la escuela por las notas. El individualismo se convierte así en el esquema básico de la personalidad, que se va integrando sobre él y formándose en molde competitivo del capitalismo.” “…No basta para ser un revolucionario adquirir conscientemente todas las ideas de la clase obrera, la conciencia más general de los problemas. Por el contrario de lo que se trata es de hacer una revolución en nosotros mismos. De cambiar radicalmente las opiniones, los gustos y afinidades sobre las cosas más corrientes y las actitudes cotidianas frente a todos los que nos rodean”.

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